En los últimos años, con el avance del picudo rojo (Rhynchophorus ferrugineus) y otros patógenos que afectan a las palmeras, ha crecido el interés por comprender mejor la fisiología de estas especies. Sin embargo, persiste entre muchos técnicos la idea errónea de que las palmeras «compartimentan» o «necrosan» sus heridas de forma similar a los árboles leñosos. En este artículo buscamos aclarar esa confusión, basándonos en estudios académicos y experiencias técnicas aplicadas.
Las palmeras no cicatrizan como los árboles
A diferencia de los árboles dicotiledóneos (como robles, eucaliptus o fresnos), las palmeras son monocotiledóneas arborescentes. Esto significa que:
- No tienen un cámbium vascular secundario.
- No forman anillos de crecimiento.
- No tienen capacidad de regenerar tejidos conductores en zonas dañadas.
Por ende, no pueden compartimentar sus heridas según el modelo CODIT (Compartmentalization Of Decay In Trees), descrito por Alex Shigo (Shigo, 1984), ni formar callos para cerrar heridas. En cambio, las heridas permanecen abiertas de por vida.
“Las palmas no tienen el mismo patrón de respuesta a heridas que los árboles dicotiledóneos. No producen tejido de cierre ni compartimentalización activa en el sentido clásico.”
E. Broschat, University of Florida IFAS, 2005. Fuente
¿Tienen mecanismos de defensa?
Sí, pero primitivos y limitados. Algunas especies desarrollan respuestas internas como:
- Obturación de vasos con compuestos fenólicos o gomas.
- Acumulación de almidones, resinas o lignina en el área lesionada.
- En algunos casos muy puntuales, se ha descrito formación de tilosis, aunque es rara en monocotiledóneas (Esau, Plant Anatomy, 1977).
Estos mecanismos ayudan a frenar infecciones momentáneamente, pero no eliminan la vía de entrada para hongos, bacterias o insectos. Estudios recientes han demostrado que las heridas abiertas en el estípite favorecen el ingreso de patógenos como Fusarium oxysporum f.sp. canariensis, causando marchitez letal.
“Las heridas en el estípite de palmas constituyen puntos de entrada primarios para patógenos vasculares, especialmente cuando se utilizan herramientas no desinfectadas.”
Vicente, L. et al., 2012. Journal of Plant Pathology.
La gran amenaza: la herida que no cierra
Las heridas por:
- Podas mal realizadas, con herramientas inadecuadas, en ángulos incorrectos o en el momento no adecuado.
- Golpes con maquinaria de jardinería.
- Perforaciones con taladros.
- Inyecciones de endoterapia presurizada.
- Cánulas mal diseñadas o sin válvula o un sellado de la cánula.
Todos estos pueden comprometer la integridad estructural de la palmera y convertirse en un foco permanente de infección y necrosis interna. En algunos casos, se generan úlceras, exudaciones y pudrición del centro del estípite, lo que deriva en la muerte de la planta años después del daño original.
¿Y por qué se ven agujeros años después?

Es frecuente observar cavidades o huecos en el estípite de palmeras que fueron heridas años atrás. Esto no significa que la palmera haya «necrosado» activamente el tejido dañado como un mecanismo de defensa.
En realidad, lo que ocurre es:
- El tejido dañado nunca se regenera.
- Con el tiempo, ese tejido muerto se seca, colapsa o se degrada por acción de microorganismos, insectos o incluso la presión del crecimiento celular adyacente.
- La herida, al no cerrarse, permanece expuesta y se transforma en una cavidad visible.
Es decir, las palmeras no necrosan como los árboles, pero pueden presentar necrosis pasiva estructural, observable como agujeros, grietas o hundimientos. Es una consecuencia física del daño, no una respuesta activa de defensa.
¿Entonces cómo sobreviven?
Las palmeras sobreviven en la naturaleza porque rara vez sufren heridas tan invasivas como las que provocamos en manejo urbano, ornamental o fitosanitario. Su diseño estructural robusto, tejidos densos y metabolismo lento las hacen resistentes en su entorno original, pero no inmunes.
De hecho, muchos estudios indican que las palmeras urbanas o tratadas sin conocimiento técnico tienen una mortalidad mucho mayor que las silvestres, precisamente por errores en las prácticas de manejo.
Lo que recomendamos desde Equitec
En base a nuestra experiencia técnica y los estudios citados, recomendamos:
- Evitar perforaciones innecesarias en el estípite.
- No usar sistemas presurizados de endoterapia en palmas, ya que pueden dañar los haces vasculares y provocar necrosis interna (Ment et al., Volcani Center, 2022).
- Usar sistemas de endoterapia por gravedad con cánulas, como SOSPALM, que permiten una difusión más lenta y segura del producto.
- Desinfectar siempre brocas, sierras y herramientas entre ejemplares para evitar transmisión de hongos como Fusarium o Thielaviopsis.
- Trabajar con agrónomos especializados en palmeras, ya que el desconocimiento en fisiología puede generar daños irreversibles.
Para leer más
- Broschat, E. (2005). Wound Healing in Palms. University of Florida IFAS.
https://edis.ifas.ufl.edu/publication/EP344 - Esau, K. (1977). Anatomy of Seed Plants. 2nd ed. Wiley.
- Ment, D. et al. (2022). Evaluation of trunk injection in palm trees using SOSPALM system. Volcani Center, Israel.
- Vicente, L. et al. (2012). Pathways of Fusarium oxysporum infection in Phoenix canariensis. Journal of Plant Pathology, 94(3), 631-636.
https://www.jstor.org/stable/24399199
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